Estaba la señora de Rodríguez con su amante, cuando oye que el marido abre la puerta.
- Rápido -le dice al amante- te voy a disfrazar. Le tira un poco de aceite para bebés arriba, luego talco y lo hace parar en una esquina del dormitorio.
- No te muevas -susurra ella- tenés que aparentar que sos una estatua.
Cuando el marido entra al cuarto, mira al amante, mira a su esposa y pregunta:
- ¿Qué es esto?
- Una estatua -contesta ella- Los Pérez tienen una en su dormitorio y yo no quise que fuéramos menos.
No se habló más del tema, ni siquiera cuando llegó la noche y se fueron a dormir. Como a las dos de la mañana, el señor Rodríguez se levantó, fue a la cocina y volvió con un vaso de leche y dos tostadas con jamón y queso.
- Toma -le dijo a la estatua- yo estuve como un idiota un día y medio en la casa de los Pérez y no me dieron ni un vaso de agua.
- Rápido -le dice al amante- te voy a disfrazar. Le tira un poco de aceite para bebés arriba, luego talco y lo hace parar en una esquina del dormitorio.
- No te muevas -susurra ella- tenés que aparentar que sos una estatua.
Cuando el marido entra al cuarto, mira al amante, mira a su esposa y pregunta:
- ¿Qué es esto?
- Una estatua -contesta ella- Los Pérez tienen una en su dormitorio y yo no quise que fuéramos menos.
No se habló más del tema, ni siquiera cuando llegó la noche y se fueron a dormir. Como a las dos de la mañana, el señor Rodríguez se levantó, fue a la cocina y volvió con un vaso de leche y dos tostadas con jamón y queso.
- Toma -le dijo a la estatua- yo estuve como un idiota un día y medio en la casa de los Pérez y no me dieron ni un vaso de agua.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario